Felipe Gaytán, pintor.: La musa (Crónica por Marváz)

lunes, 23 de febrero de 2009

La musa (Crónica por Marváz)

La perfecta simbiosis entre lo pagano y lo religioso, entre la crítica social y la fantasía, lo prehispánico y la modernidad, así en las tragedias como en alegorías placenteras, se hayan inmersas en la obra pictórica de Felipe Gaytán. Ampliamente reconocido en lugares tan disimiles como Italia y Cuba, expuesto en diversos recintos culturales de México y el extranjero, el artista plasma en variadas técnicas todos los avatares que le acometen, así es que alcanza este punto álgido en su madurez de “maldito de las imágenes”, de pervertidor de conciencias dormidas, de contador de historias no aptas para mojigatos ni para hipócritas consentidos del sistema. Sus premios únicos, cómo él mismo lo expresa, son: las críticas dadas a su arte, los comentarios de los amigos, el apoyo de los poetas que lo conocen, el aplauso de los locos, los payasos, los borrachos; y hasta la mirada inquieta de los mutilados y apestados que han de poblar sus cuadros.

De Felipe Gaytán se pueden decir muchas cosas, excepto que no sea un pintor comprometido con su país, con su musa (a quién ha dedicado gran parte de su obra), con sus ideales y amigos. Hablar de él es ponerse en contacto directo con una pintura depurada a través de los años, pues basa sus cuadros en investigaciones profundas y en largas horas de estudio. El filo de navaja que exhibe en cada pincelazo es un lugar para deslizarse suavemente o para quedar partido en dos.

Gaytán, además de poseer una identidad nacional a toda prueba es amante de la controversia, de exponer sus iconografías mentales vueltas lienzo vivo, de vagar por las calles en busca de visiones que se dejen cazar y disecar; adorador de sus símbolos personales, del pasado y del futuro que siempre es su presente más esperado.